Se abre una botella de Miraval, un vino de un color rosado muy delicado, se vierte el vino en una copa Riedel hasta la mitad y se deja oxigenar por una hora.
Se cortan cuadritos de queso Gouda y se comienza a llenar el paladar con su sabor. Es importante comerlo despacio.
Se combina queso y vino. Este paso es preparativo. Tomarse sólo la mitad del contenido de la copa.
Ahora vamos a pasar a un sabor más sutil.
Se tuesta una rebanada de pan de mantequilla y se vierte sobre ella un poco de aceite de oliva de Artajo etiqueta negra (Arbequina) y se tritura un poco de sal de mar encima.
Se muerde el pan con los ojos cerrados permitiendo que el sabor del aceite de oliva y la sal llene la boca. Entonces se bebe un poco de vino y se vuelve a morder otro trozo de pan. El agradecimiento brota por el alma, el cielo llega a la tierra.
Se muerde el pan con los ojos cerrados permitiendo que el sabor del aceite de oliva y la sal llene la boca. Entonces se bebe un poco de vino y se vuelve a morder otro trozo de pan. El agradecimiento brota por el alma, el cielo llega a la tierra.
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