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Excelencia o auto-tortura

¿Cómo puede convertirse lo que en un principio le daba sentido a mi vida en algo tan importante que ahora me causa ansiedad, rabia, depresión y dudas con respecto a mi misma?

Me he arrebatado el disfrute.

Cuando la filosofía entró a mi vida era motivo de goce. Leía por ningún otro motivo que por abrirme a nuevas formas de ver el mundo y eso me causaba mucho, mucho placer. Iba a las librerías y me estremecía de la emoción tan sólo de ver tantas posibilidades, tantos portales.

Me enrolé en la licenciatura porque mi corazón se sentía pleno.

Pasé tres años descubriendo pensadores entre las dificultades que supone entrenarse para comprender lecturas que no eran novelas. El ejercitarse en la lectura a veces fue doloroso pero valía la pena porque era como si te fueran quitando velos de los ojos.

Y luego de golpe me volví a echar los velos encima. Y se hizo la oscuridad.

Se acababa la licenciatura y se presentaban las expectativas. Sentía que tenía que hacer algo con la filosofía, otra cosa más que disfrutar. Rompí con toda magia a favor de la productividad utilitaria que comenzaba con hacer una tesis y titularse sí o sí.

Y me enfrenté a los criterios del otro y me tuve que someter, por eso de titularse sí o sí, a cubrir las expectativas del otro. Y me pregunté ¿de qué sirve escribir lo que sea si nadie me lee? Entonces, ¿escribo para que me lean, para ser alguien ante los otros? ¿De dónde la enfermiza necesidad de hacer la diferencia y verse en la fantasiosa escena de ser aprobada y valorada? Me creí eso de que era muy lista y al no pasar más nada después de la tesis (claro, me recibí y me dieron mención honorífica), es decir, el mundo seguía siendo el mismo y mi tesis no había marcado ninguna diferencia ni siquiera en los pocos que la leyeron (o al menos no me enteré, mi ego no se retroalimento). Me había tomado muy en serio eso de ser filósofa y me di cuenta que para ser filósofa se necesita mucho más que estudiar una licenciatura y que yo no era capaz de serlo porque muy lejos estaba de siquiera transmitir lo que otros habían ya pensado porque tengo un montón de dudas y una necesidad enorme de ser vista por lo cual someto mi pensamiento para que los demás me aprueben.

Pero igual me metí a estudiar la maestría. La oscuridad se espesó y la vida se me hizo intransitable.

Cada día era una afirmación de lo lejos que estaba de la filosofía. Era como si caminara de reversa. Ni un solo día de la maestría representó algún disfrute. Todo era auto-exigencia. Nada, no sabía nada. No iba a ningún lugar y todo empezó a carecer de sentido.

¿Para qué vivimos exactamente?

La vida per se no es para nada, no tiene ningún sentido. Todo el sentido es dotado por aquel que la vive y se ve como un ser viviendo en medio de un mundo.

El mundo no es un lugar cualquiera, ya se encuentra uno en él desde el momento cero sometido a sus demandas. Toda acción es una respuesta a las demandas del mundo. Hay un montón de historias que me he creído: hay que ser alguien, hay que ser exitoso, no hay que descansar, todo es trabajo, hay que poner el ejemplo, hay que ganarse el afecto (incluso el afecto de uno mismo), tu vida tiene que valer la pena, tienes que darle algo al mundo, tienes que merecer tu lugar en el mundo. Todas esas historias creídas me despojan del disfrute porque me hacen depender de mi desempeño y de la valoración de tal desempeño por parte del otro. Esto es ponerse en examen todo el tiempo.

¿Cómo se afirma uno mismo sin esperar la afirmación del otro? ¿No es esta autoafirmación lo que justamente nos aísla? Individualidad y comunidad se contraponen y no podemos estar en paz sin procurar las dos.

Quisiera ser suficiente para mí pero dependo de los otros. Cuando te preguntan quién eres te están preguntando por el papel en la sociedad, es decir: qué haces para vivir o cómo te ganas la vida. Eres medido con respecto a tu aportación económica. Necesitas venderte. Somos lo que hacemos, dicen. Necesitas vender lo que haces. Y el otro sólo compra lo que le gusta o lo que necesita.

¿Cómo se pasa de ser consumidor a ser consumible? ¿Cómo me conservo como ser abierto en este inminente proceso de cosificación?

Tengo un montón de preguntas que no me dejan estar en paz y entregarme a escuchar a los pájaros cantar. El mundo me demanda acción. El mundo me demanda ser un útil.

¿Quién soy? ¿Qué soy? ¿Por qué soy? ¿Para qué soy? ¿Cómo responder para hacerse de un lugar en el mundo?

Aquí estoy. Como todos merezco un lugar en este mundo porque ya he tenido lugar. Aquí estoy. Esto es lo único que sé.

Uno entra en este mundo con un pie ya puesto en la salida. ¿Qué hacer en el tránsito? ¿Y si el tránsito no dura nada o, si por el contrario, dura mucho? ¿Cómo estableces una estrategia si no sabes para cuánto tienes que planear? No sabemos nada.

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