Los días pasan, se van, como dice mi mamá, cual hilo de media. Y uno está parado en el hoy mirando hacia atrás construyendo mentalmente un cúmulo de días de calendario que de alguna manera deberían haber hecho de hoy algo sobresaliente, y no. ¿No? ¿Cómo medimos la valía de los días pasados? Hacemos una suerte de balance mal llevado. Medimos nuestro hoy respecto de nuestras expectativas: "es que ya hubiera acabado la tesis", "es que ya hubiera escrito un libro", "es que ya debiera tener un futuro asegurado" (como si eso fuera una meta razonable), "es que sigo siendo la misma" (ni modo que pierda mi identidad), "es que todavía no me siento realizada" (¿es que soy de mentiras?), "es que todavía no sé a qué vine a este mundo" (síndrome del mesías)… Y me puedo quedar en el "es que" por toda la eternidad siempre planteándome en falta con respecto al futuro y convirtiendo esa falta en un látigo para azotar el pasado
"A soul in tension that's learning to fly" —Pink Floyd